Una escoba

Mientras esta mañana iba caminando rumbo al parque para mi rutina de corrida, en la mitad del camino me encontré con una sonrisa extraña de encontrar en un desconocido. Esas sonrisas honestas, profundas y transparentes. La mujer estaba charlando con la vecina, y la primera frase que escuché de ella, antes de ver su sonrisa, fue:

“Es que después de barrer, hasta voy a pasar la aspiradora por el frente, para que no quede ni una sola piedrita. ¡Hoy estoy inspirada!”.


Y ahí, justo en ese momento, yo pasé frente a ella y ella me dio esa sonrisa sin reservas, sin reparos, sin importar que no nos conociéramos. Yo caminé unos pasos sonriéndole también, y tres pasos adelante su frase me quedó retumbando en todo el cuerpo: “¡Hoy estoy inspirada!” 

Su comentario me hizo reír con una carcajada intima, plena, que invitó a mi corazón a latir un poquito más de prisa. Su frase se repitió en mi mente, y volví a reír.

Pensé: esto es una historia para un pequeño cuento. Esa mujer con su escoba y su sonrisa, lograron inspirar algo en el otro, en mí.