15 diciembre 2016

La extinción de especies. ¿Qué nos hemos creído 1?


860 especies extintas
5.200 especies en peligro crítico de extinción
7.780 especies amenazadas de extinción
11.316 especies son vulnerables
5.736 especies son cercanas a la vulnerabilidad
40.900 especies con preocupación de vulnerabilidad.
Fuente: http://www.iucnredlist.org/search

En los últimos años, y después de millones de soles que la naturaleza ha llevado en crear las especies, el hombre en su contacto con su medio se ha relacionado de la anterior manera, sólo con especies. En otro capítulo me dedicaré a ver el contacto con los recursos como la tierra, el aire, el agua y los minerales.



Ayer en clase mencioné esta cifra, y la preocupación que tengo al respecto, pero tanto allí como en las redes sigo escuchando argumentos como: es que el sistema es el que me permite mi futuro, y por lo tanto tengo que adaptarme a él. Deja de pelear Olga, más bien adáptate y construye sobre lo que hay.

Tomo con pinzas esta apreciación. La recibo, como siempre que recibo críticas, porque ellas siempre me han ayudado a crecer y las considero un ejercicio plenamente necesario, porque en lo último que quiero caer es en el fanatismo de mis propios datos y conceptos. Así que siempre bienvenidos todos los debates con argumentos.

Primero veamos el concepto de “sistema”. Esta forma de concepción del mundo fue creada, pensada, sostenida y defendida por hombres. De hecho, hace 200 años los mecanismos de convivencia eran distintos. Incluso hoy mismo algunas sociedades hacen experimentos de relación.  Es decir, que cualquier “sistema” creado por el hombre es re-valorable y tiene la posibilidad de poderse re-pensar.

De ahí viene lo siguiente. Con este panorama, y solo concentrándonos en este punto de la extinción de especies. ¿Un ser humano puede decir que está mejor, si el costo de ese bienestar ha sido el que indiqué antes? Desafortunadamente en nuestra sociedad, y bajo la forma de pensamiento que nos gobierna, sí, este enunciado es, no sólo posible, sino el que escuchamos a todo momento. Desde que yo esté bien, desde que tenga agua potable en mi casa, todos los juguetes del mundo moderno, desde que pueda darme gustos, tener carro, y dinero, estos costos de especies extintas o en peligro de extinción no me importan, no me suman, y no estoy dispuesto a mover un dedo para cambiar mi estilo de vida cómodo.

De otro lado, este tipo de pensamiento que abarca sólo la percepción del confort humano, no sólo es imposible, sino además irracional, absurdo, en las sociedades que llevan miles de años viviendo en la Sierra Nevada de Santa Marta, o en cualquier otro rincón del planeta, en donde habiten este tipo de etnias. Para ellos, cada una de sus acciones es tomada pensando en el impacto que tendrá en el planeta. Tuve la oportunidad un día de conocer su pensamiento en forma cercana. Estaba en Playa Blanca, cuando de pronto vi un grupo de Koguis recogiendo unos caracoles de la playa. Me acerqué a uno de ellos y le pregunté con todo respeto qué hacía, porque vi que se arrodillaba, observaba, y luego con toda la mística atrapaba una concha y la ponía en su mochila. Entonces me dijo que estaban recogiendolas para un pagamento a la madre tierra, en agradecimiento por la cosecha, y para pedir una buena siembra posterior. Luego de un  largo silencio mientras yo seguía a su lado observando el ritual, me dijo que ellos no entendían cómo nosotros podíamos tomar tanto de la naturaleza, sin devolverle nada. Que nosotros teníamos que saber que la naturaleza era nuestra madre, y que detrás de nosotros venían otras generaciones. Que al envenenar la tierra, y al tomar de ella más de lo que necesitamos, lo único que estamos haciendo es destruirnos.


Son dos tipos de pensamiento. Ellos llevan cientos de generaciones viviendo allí, nosotros como sociedad occidental, no tenemos más de cinco generaciones en este planeta con el sistema de pensamiento que nos gobierna, y miren lo que hemos hecho. ¿A quién debemos creerle?  ¿Cuál es el punto medio que debemos encontrar como individuos y como sociedad?

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